-Porque no consigo ser lo que deseo. Cuando empiezo a ser yo mismo, las personas me tratan con falsa reverencia. Cuando soy verdadero en lo que concierne a mi fe, entonces las mismas personas empiezan a desconfiar. Todos se creen más santos que yo, pero se fingen pecadores por miedo a insultar mi soledad. Procuran mostrar continuamente que me consideran un santo, y de esta manera se transforman en emisarios del demonio, tentándome con el Orgullo.
-Su problema no es intentar ser quien realmente es, sino aceptar a los demás como son. Y si va a continuar actuando así, lo mejor será que continúe en el desierto –dijo el caballero, alejándose.
Paulo Cohelo
Aporte enviado por Kenia Caraballo